Tres ámbitos de la confianza

Jan 26, 2010

La confianza siempre es resultado de una creencia, más concretamente, ésta surge de uno de los 3 tipos de creencias que pueden ocurrir en los siguientes 3 ámbitos:

 

Creencia en tu competencia

Este tipo de creencia se da en entornos en los que has recibido entrenamiento. Por ejemplo creo bastante en mis habilidades como médico (siempre atento para no sobrestimarme) pero no en mi habilidad para cocinar (que cualquiera le pregunte a mi mujer). Las experiencias de éxito repetidas son lo que hace que esta creencia en tu propia competencia crezca (ya sea en medicina, cocina, matemáticas, debate, relaciones, ser un buen padre, razonar o cualquier otro área) y nada puede substituir a la práctica para conseguir esta confianza. La máxima competencia (maestría) puede o puede no llevar años desarrollarla pero siempre lleva consigo dedicación, disciplina, persistencia y un deseo de mejorar contínuo. Una vez que la has alcanzado la confianza que proporciona es inconsciente e inexpugnable. El ámbito más fácil en el que desarrollar este tipo de creencia y por tanto ganar la genuina confianza que proporciona es uno en el que hayas entrenado durante bastante tiempo.

Creencia en tu habilidad para aprender y resolver problemas

Este tipo de creencia suele ocurrir en ámbitos en los que no has recibido entrenamiento. ¿Cómo obtener confianza creyendo que puedes resolver un problema cuando no ves ningun camino hacia la solución? Primero debes aprender a reconocer la extencia de esa voz interna que te dice que no puedes hacerlo (lo que el Nichiern Daishonin llama “demonio”) por lo que es en realidad: una idea que no ayuda y que vive dentro de tu mente. Esta voz puede sonar como tu padre, como un profesor o como un amigo pero el único poder que tiene sobre tu voluntad es el que tú le das. No deberías asustarte ni sorprenderte por los demonios. En lugar de eso debes permanecer vigilante y vigilante para poder ignorarlos. Es posible que también tengas que luchar contra experiencias pasadas de haber fallado. Contra esto hay que tener presente que fallos pasados no predicen fallos futuros si tienes el coraje y la mente suficientemente abierta para intentar nuevas estrategias con las que no te sientas completamente a gusto. A todos mis pacientes que están intentando dejar de fumar les digo que la gente que lo consigue tiene un largo historial de haberlo intentado y fallado. La mente humana tiene el potencial para ser más creativa y determinada de lo que la mayoría de la gente le pide normalmente. La conclusión es la siguiente: si algo puede ser hecho, ¿por qué no ser tú el que lo hagas? La genialidad puede ser innata pero la habilidad siempre se puede adquirir por práctica.

Creencia en tu valor intrínseco

¿De dónde sacamos nuestra autoestima? Desgraciadamente, incluso aquellos de nosotros con la más sana autoestima tendemos a construirla sobre unos cimientos poco firmes. Los cimientos más fáciles sobre los que apoyarnos son accesibles solo a un pequeño porcentaje de la población: ser guapo o guapa, tener dinero, fama o algún talento que nos hace únicos como pintar o cantar. Los cimientos más difíciles sobre los que construir la autoestima son, paradójicamente, aquellos accesibles a un mayor número de personas: gustarle a otros o ser querido por otros, hacer lo correcto, ayudar a otros o hacer algún tipo de contribución a la sociedad. El problema con este tipo de cimientos, es que se caen muy fácilmente. Las buenas miras desaparecen, se gana peso, el dinero se pierde, la fama se vuelve infamia (o peor, apatía), la gente deja de quererte, los objetivos permanecen inalcanzables, te retiras (y dejas de contribuir a la sociedad). Lo que es más, para cambiar de metáfora, la autoestima es como una bestia hambrienta: debes alimentarla contínuamente para mantenerla satisfecha. Y como todos sabemos cuando no es satisfecha se vuelve lo contrario: arrogancia (aferrarse a una actitud de superioridad en un intento de autoconvencerse del valor de uno mismo). La confianza genuina en uno mismo existe en el vacío y no requiere de alguien a quien considerar inferior para justificarse. La mejor manera, desde mi punto de vista, de construir este tipo de confianza es enamorarte de tu propia vida. No enamorarse con el yo inferior que ve el mundo en términos de lo que es tuyo y de lo que no es sino en términos de tu yo más expansivo, de la parte que ve a toda la gente como del mismo valor y preciosa, que rebosa compasión, que tiene una capacidad inconmensurable para perdonar y para entender y para llevar a cabo buenos actos. Una parte que no ha sido herida por ningún trauma que hayas sufrido. Una parte de ti que puedes creer que no existe pero que realmente existe. Si tienes baja autoestima o si su desarrollo está frenado por una infancia traumática o carente de amor puede que tu confianza se esté alimentando de una o más de una de las fuentes que he mencionado anteriormente. Solo despertarte a tu yo superior la satisfará.